El pasado lunes, 10 de diciembre, tuvimos la oportunidad de compartir una gran mesa con un grupo de activistas alimentarios en el Restaurante Plademunt de Alcalá de Henares. En el cartel se anunciaba el Café Científico “Aquí no se tira nada, hablamos de comida”. El menú, los platos y cubiertos fueron organizados por el proyecto Big Picnic de la Universidad de Alcalá.
Los entrantes corrieron a cargo de José Vicente de Lucio, investigador principal del proyecto Big Picnic, quien le dedicó un breve periodo de tiempo a explicar los motivos de la reunión: charlar, debatir, intercambiar… sobre un modelo de alimentación sostenible y comprometido con el medio ambiente y la sociedad. En el menú, dos grandes expertos de la materia y un delicioso postre.
El primer plato se encargó de servirlo Alberto Egido, concejal de Medio Ambiente en Alcalá de Henares. Con su llegada surgieron los primeros debates acerca del modelo de alimentación en que nos vemos sumergidos, un modelo en el que la comida que llega a nuestras mesas recorre una media de 4.000 km y su relación calidad precio es mucho menor que productos que podemos considerar a una distancia razonable. Explicó algunas iniciativas del Plan de agroecología de Alcalá, hizo alegaciones a la importancia de charlas como la que estábamos teniendo y destacó la importancia de los actos de todos y cada uno de nosotros en la idea de renovar todos estos hábitos y modelos.
El magnífico segundo lo acercó a la mesa Franco Llobera, quien una vez más animó a los asistentes a creer en las posibilidades de los temas que se estaban tratando, y a comprobar que eran posibles de llevar a cabo. Explico el modelo de compostaje de del municipio de Torremocha del Jarama, del que forma parte su equipo, donde han conseguido que se composte hasta un 80% del total de desechos orgánicos. Además propuso diferentes medidas agroecológicas que supondrían mover las piezas del puzzle hacia la transición ecológica, el fin del modelo actual, gracias a una producción de alimentos ecológicos cercana al consumidor que además favorecería la economía en los lugares que se lleve a cabo, dando facilidades a los desempleados para explotar diferentes huertos de grandes extensiones.
Como discusión previa al postre surgieron una serie de debates en los que una vez más se recalcó la fuerza de cada uno de los asistentes para cambiar los modelos establecidos, la importancia de crear una red social muy tupida, así como de comunicar y divulgar, formar y educar.
Finalmente, el postre corrió a cargo de Iván Plademunt, propietario del restaurante, que preparó cuatro deliciosas obras de arte con “las sobras del día anterior” a las que tuvo el gusto de llamarlas:
- Pastel de pescado “que nadie quería”.
- Curry de verduras “del segundo cajón de la izquierda de la nevera”.
- Salsa de quesos “olvidados”.
- Takos mexicanos con el pollo “de ayer”.
Sin duda, un sabroso plato que sirvió como broche final a una interesante tarde en la que todos los participantes (pequeños, jóvenes, adultos o más mayores) fuimos más conscientes de nuestro potencial personal y colectivo en la transición hacia la sostenibilidad, y donde aprendimos, repasamos, actualizamos… nuestras habilidades “culinarias”: planificar nuestra comida, escribir la lista de la compra, adaptar las recetas a nuestras necesidades, comprar productos frescos y de temporada, optar por los productos a granel, optar por los comercios de proximidad… y cocinar: solos, en familia o con amigos.
Lola Hermida y Daniel de la Morena