Un criterio importante en alimentación es que las distancias cortas son preferibles a las largas. Sería estupendo que pudiéramos alimentarnos con comida producida a no más de 100 km de nuestra casa, pero eso puede ser difícil.
Por esta razón, un consejo clásico de vida sostenible es elegir, siempre que se pueda, alimentos de origen local, producidos lo más cerca posible de nuestra mesa. Eso reduce los gastos de transporte y por lo tanto la huella ecológica del producto.
El impacto ambiental debe ser nuestro punto de partida a la hora de comprar alimentos: traer garbanzos de México por barco o traer fruta fresca por avión desde la otra punta del mundo puede ser exagerado, aparte de muy caro para el medio ambiente y para los productores de origen.
Aún así, existen casos concretos donde la huella de carbono total de un alimento producido de manera sostenible lejos de nuestro país puede ser inferior a la de un alimento producido al lado de nuestra casa pero empleando gran cantidad de fertilizantes, pesticidas y maquinaria movida por petróleo.
No es fácil identificar estos productos lejanos pero sostenibles, conviene comprobar el etiquetado (si lo tiene ecológico o de comercio justo) y también compararlo con un alimento similar de producción local pero producido de manera muy contaminante o esquilmante.
Con todo elige siempre que puedas producto local, España es uno de los países de Europa con mayor producción ecológica por lo que siempre podrás encontrar una gran variedad de productos sostenibles sin tener que recurrir a alimentos con muchos kilómetros a sus espaldas. Además de ayudar a reducir emisiones también estarás apoyando a la economía local.