No existe ninguna estadística que determine el consumo de alimentos ultraprocesados, que carecen además de definición legal. Los ultraprocesados son alimentos construidos desde cero incorporando ingredientes y aditivos que dan como resultado final productos extremadamente apetitosos, casi adictivos, pero con un valor alimenticio muy bajo. Normalmente, se construyen combinando en diferentes proporciones harinas muy refinadas de cereales y soja, azúcares diversos y grasas baratas, como el aceite de palma.
La frontera entre los alimentos transformados (como el pan, o una lata de sardinas) y los ultraprocesados puede ser borrosa. Por ejemplo, muchos panes de molde incorporan decenas de ingredientes y no tienen nada que ver con la definición de la Academia de la Lengua: “Alimento que consiste en una masa de harina, por lo común de trigo, levadura y agua, cocida en un horno”.Un ultraprocesado típico es el cereal de desayuno, cuyo consumo era cero hacia 1980 y ya considerable el año 2010. Aunque la industria planteaba aumentar continuamente la cuota de mercado de estos productos, parece que en los últimos años hay un descenso en el consumo. La razón es que hay otros productos que compiten por la mesa del desayuno, como los yogures, que están ganando posiciones.
Sería muy conveniente añadir a las estadísticas actuales otras que muestren la proporción de ultraprocesados, transformados y frescos en la alimentación. Recientemente los primeros están siendo conceptuados como un problema de salud pública, al menos algunos de sus ingredientes, como el azúcar. Algunos estudios muestran un gran crecimiento del consumo de azúcar incluido en ultraprocesados, principalmente refrescos y dulces industriales, pero también en muchos otros productos, desde los guisantes al pan.