Los seres humanos a lo largo de la historia han obtenido los recursos naturales del planeta necesarios para su supervivencia. Los ecosistemas proveen de bienes y servicios vitales a la humanidad proporcionando bienestar, desarrollo económico y social. Estos otorgan una serie de beneficios como alimentos, agua, purificación del aire y polinización entre muchos otros servicios necesarios.
Los servicios ecosistémicos son los beneficios que un ecosistema aporta a la sociedad a nivel económico, social y cultural y que resultan de su propio funcionamiento. Existen cuatro tipos de servicios ecosistémicos: servicios de abastecimiento, de regulación, de apoyo y culturales. Estos son importantes porque hacen posible la vida humana actual. Los servicios ecosistémicos y los recursos naturales son la base de todos los sistemas agrícolas y alimentarios.
En las sociedades de épocas pasadas se obtenían todas las materias primas necesarias para las actividades humanas, sin tener en cuenta la importancia de los ecosistemas porque los consideraban propiedad pública. Además, no se pensaba en las consecuencias a largo plazo que podía provocar esta forma de gestionar los servicios ecosistémicos y los impactos en los mismos.
En los últimos 50 años, los ecosistemas se han transformado más rápida y ampliamente que en ningún otro periodo de la historia humana para satisfacer las demandas crecientes de servicios ecosistémicos como alimentos, agua, madera, fibra y combustibles. Para superar los problemas de alimentación y pobreza se han explotado los recursos naturales aplicando prácticas agrícolas intensivas que impactan negativamente y destruyen los ecosistemas. Esto ha provocado una pérdida de diversidad considerable, en gran medida irreversible, originando las causas del deterioro ambiental actual. Este escenario puede cambiar si se introducen cambios en las instituciones, políticas y prácticas siguiendo el planteamiento de los Ecosistemas del Milenio. La evaluación de los ecosistemas del milenio es el mayor esfuerzo internacional que se ha llevado a cabo para evaluar la capacidad que poseen los ecosistemas del planeta y la biodiversidad que albergan para conservar el bienestar humano.
Las actividades del sector primario se benefician de los servicios ecosistémicos y a su vez los proporcionan. La producción alimentaria depende directamente de ellos, si los mantenemos sanos es la mejor forma de garantizar que la agricultura sea productiva y los alimentos nutritivos. Una de las prácticas agrícolas que defiende estos principios es la agroecología. Esta se enfoca en llevar a cabo la política de sostenibilidad, la preservación de la biodiversidad y en la posibilidad de rehabilitar los servicios ecosistémicos degradados. Por ello se propone como alternativa a la agricultura convencional.
La agroecología se basa en procesos territoriales y parte de la base ayudando a solucionar los problemas locales de los agricultores, ganaderos, apicultores… Busca transformar los sistemas alimentarios y agrícolas abordando las causas profundas de los problemas de forma integrada. Además, une la ciencia con los conocimientos tradicionales, prácticos y locales de los productores. Esta práctica busca empoderar a los productores y a las comunidades como agentes claves del camino hacia la sostenibilidad.
Los elementos de la agroecología que benefician a los servicios ecosistémicos:
- Los sistemas agroecológicos son muy diversos, una buena planificación y gestión de la diversidad potencia la prestación de servicios ecosistémicos como la polinización y la salud del suelo. La diversificación es esencial en la transición agroecológica para garantizar por un lado la salud alimentaria y la nutrición y, por otro, conservar, proteger y mejorar los recursos naturales.
- Se realiza una creación conjunta e intercambio de conocimientos mediante procesos participativos para abordar los desafíos locales (como la adaptación al cambio climático) y de los distintos sistemas alimentarios. De esta manera se combinan los conocimientos tradicionales, los prácticos y los científicos para alcanzar la transición ecológica.
- Crea sinergias entre los recursos naturales y los componentes de la explotación o finca, potenciando las funciones de los sistemas alimentarios, la producción y los múltiples servicios ecosistémicos.
- Las prácticas agrícolas son más eficientes mejorando el uso de los recursos naturales. Utilizan menos recursos externos por lo que reducen costes y efectos ambientales negativos de su uso.
- Las prácticas agroecológicas favorecen los procesos biológicos de reciclaje reduciendo los costes económicos y ambientales.
- Son más resilientes lo que significa que tienen una mayor capacidad para recuperarse de las perturbaciones, en particular de los fenómenos meteorológicos extremos. Mejorar la resiliencia de las personas, las comunidades y los ecosistemas es vital para lograr sistemas alimentarios y agrícolas sostenibles.
- Trabaja los valores humanos y sociales como la dignidad, la equidad, la inclusión y la justicia para mejorar los medios de vida. Dota a las personas con los medios necesarios para superar la pobreza, el hambre y la malnutrición.
- Apoya la cultura y las tradiciones alimentarias para alcanzar el equilibrio entre la tradición y los hábitos alimentarios modernos fomentando una relación saludable entre las personas y la alimentación.
- Requiere una gobernanza responsable y eficaz a diferentes escalas. Promoviendo la justicia social en los territorios.
- Apuesta por los canales cortos de comercialización que conectan a productores y consumidores priorizando la venta directa, los grupos de consumo, los mercados locales o productores entre otras alternativas de consumo que apoyan el desarrollo económico local. De esta manera se viven dentro de los límites de nuestro planeta y se afianzan las bases sociales para el desarrollo inclusivo y sostenible.
En definitiva, la agroecología trabaja por buscar el equilibrio entre las necesidades humanas y la conservación de los recursos naturales. Estas prácticas abordan las desigualdades de género y la crisis de empleo juvenil en el medio rural. Además, promueve un desarrollo ecológico y sostenible para preservar el planeta y el futuro de la humanidad ayudando a disminuir los efectos negativos que se pueden provocar en los ecosistemas.
En la actualidad, es más necesario la utilización de este conjunto de prácticas para revertir los efectos de la globalización y el cambio climático. Por ello cada vez es más importante promover y visibilizar estas prácticas y proyectos desde diferentes ámbitos y administraciones, como por ejemplo en la labor que realiza el Grupo Operativo Supra Autonómico Alimentación Pública Sostenible 4.0, o la Campaña de Reconocimiento de Buenas Prácticas en Agroecología en la Comunidad de Madrid llevada a cabo por el Grupo Operativo AgroecologiCAM.
La población es más consciente del cambio necesario en los hábitos de vida para proteger y proporcionar un futuro a las generaciones venideras. Por ello hay que otorgar al consumidor el conocimiento necesario y hacerle consciente del poder que posee a la hora de tomar decisiones. Vivimos en una sociedad cada vez más urbana y tecnológica que nos ha llevado a tener un menor vínculo con la tierra y la tradición, pero al final nuestras vidas dependen de ella. Todos podemos ser agentes del cambio por un desarrollo sostenible la pregunta es: ¿quieres serlo?
Patricia Palacios Lafuente
Fotografías:
Ganadería y quesería ecológica Suerte Ampanera, Colmenar Viejo. Fotografía: Carlota López.
Huerta de la Cooperativa Los Apisquillos, Puebla de la Sierra. Fotografía: Lola Hermida.