Redes sociales, telediarios, periódicos… a nuestro alrededor no paran de surgir noticias sobre la crisis climática y como es fundamental que evitemos que la temperatura de la Tierra suba 1,5ºC.
Ante la avalancha de información sobre las graves consecuencias que tiene –y va a tener– el cambio climático en nuestro planeta, es normal que se sienta la necesidad de actuar, poner tu pequeño granito de arena.
Es innegable que nuestra forma de consumir y nuestros estilos de vida afectan al planeta, tanto de manera negativa como positiva.
Podemos actuar en muchos ámbitos diferentes, uno de los más importantes es la alimentación.
Desde el consumo de alimentos podemos hacer cambios fáciles, desde cambiar el tipo de alimento que compramos al lugar donde lo compramos.
Alimentos de proximidad y de temporada son un primer paso que podemos dar sin mayor dificultad. Cambiar nuestra manera de comprar puede ser más fácil de lo que pensamos ya que están proliferando los grupos de consumo, mercados agroecológicos y supermercados cooperativos, así como el número de huertas que venden sus productos a pie de huerta.
Haciendo estos pequeños cambios en nuestro estilo de vida podemos reducir nuestra huella de carbono ya que consumiendo este tipo de productos estamos apostando por alimentos con una baja huella por transporte y que son producidos respetando la tierra.
Un cambio en nuestra dieta es también fundamental para reducir nuestra huella ambiental. Reduciendo la cantidad de carne procesada y producida en macrogranjas, y sustituyéndola por un mayor consumo de legumbres y vegetales podemos reducir nuestro impacto enormemente.
Otro de los puntos importantes donde podemos actuar es el desperdicio de alimentos ya que equivale al 8% de las emisiones anuales globales. Cada año se van a la basura ⅓ de la comida que producimos, lo que equivale a 1,3 millones de toneladas al año de frutas, verduras, pescados… que se pierden a lo largo de la cadena de distribución. Estas pérdidas no solo se traducen en alimentos desperdiciados si no también en energía, agua, trabajo, dinero, etc.
Para evitar que nuestra casa sea un punto de pérdida podemos llevar a cabo algunos cambios fáciles como planificar nuestra compra. Si vamos al supermercado o al mercado con una lista de la compra que refleje las comidas que vamos a realizar durante la semana compraremos solo lo que necesitamos en la cantidad que necesitamos, así evitaremos que alimentos comprados “por si acaso” no terminen olvidados en la nevera.
Si después de esta planificación te ves con alimentos que corren riesgo de no ser utilizados, recuerda que el congelador es tu mejor amigo contra el desperdicio. Los alimentos frescos bien envasados y etiquetados pueden durar mucho tiempo en el congelador.
Además, si somos cocinillas, podemos lanzarnos al mundo de las conservas y escabechados, métodos tradicionales que nos permiten alargar la vida de nuestros alimentos, además de permitirnos consumir alimentos fuera de su temporada.
Otra opción para las sobras de nuestras comidas es la cocina de aprovechamiento. Tortillas, empanadillas, buñuelos o croquetas nos permiten aprovechar restos de muchas comidas, transformándolas en nuevos platos.
Estos son solo algunas de las estrategias que puedes llevar a cabo en tu casa para mejorar tu huella ambiental y poner tu granito de arena para mejorar la situación de nuestro planeta.
¡Convierte tu casa en foodfriendly! ¡Anímate a llevar estas acciones a cabo!