El responsable de un sistema alimentario más sostenible, se considera en gran medida en la era moderna, es el individuo: qué alimentos compra, dónde los compra, de dónde procede lo que compra y cuánto y cómo desperdicia. Por supuesto, es cierto que las decisiones diarias que hacemos con respecto a nuestro consumo tienen un impacto vital en el desperdicio de alimentos y el medio ambiente. Dicho esto, nosotros, los individuos, somos todos engranajes en la máquina mucho más grande y más compleja de nuestras respectivos sociedades y sus gobiernos. Ver al individuo como el único problema y la única solución es subestimar el poder de la legislación vinculante.
El Índice de Sostenibilidad de la Alimentación de 2018 clasificó a los países de 1 a 100 en términos de desperdicio de alimentos, agricultura sostenible y desafíos nutricionales. El Índice identificó a Francia, Dinamarca y los Países Bajos como los tres países industrializados con menos desperdicio total de alimentos y más agricultura sostenible que sus homólogos. ¿Qué pueden decirnos las legislaciones respectivas de estos países sobre la relación entre el gobierno y la sostenibilidad alimentaria? En otras palabras, ¿cómo puede la ley combatir con éxito el desperdicio de alimentos y el daño al medio ambiente?
Francia. Clasificación: 1
Desde un punto de vista global, Francia ha sido considerada una «marcadora de tendencia» para el consumo sostenible. Cualesquiera que sean las actitudes de los consumidores individuales, todas están vinculadas a iniciativas sobre el desperdicio de alimentos establecidas por el gobierno. En 2016, este país europeo se convirtió en el primero en introducir una legislación que ahora requiere que los supermercados redistribuyan los alimentos no utilizados a organizaciones solidarias como parte de un conjunto de propuestas publicadas en 2015. Francia obtuvo el puntaje más alto en general en el índice de sostenibilidad alimentaria, consiguiendo el título del país más sostenible en cuanto a desperdicio de alimentos de todos los países que participaron en la investigación.
Países Bajos. Clasificación: 2
Los Países Bajos también han logrado implementar una legislación alimentaria sostenible para reducir su huella de carbono como nación. A diferencia de Francia, que colocó el foco de la legislación en el final del ciclo de vida de los alimentos, en su fase de eliminación, el gobierno de los Países Bajos ha puesto su enfoque legislativo en el principio de este ciclo de vida: en la producción. Desde principios de la década de 2000, los agricultores han reducido su dependencia del agua para los cultivos clave hasta en un 90% por las sanciones gubernamentales. Además, han erradicado casi por completo el uso de pesticidas químicos en plantas en invernaderos, y desde 2009 los productores holandeses de aves de corral y ganado han reducido su uso de antibióticos en casi un 60%. También han prohibido el uso de la biotecnología sin un permiso del Ministerio de Asuntos Económicos, que se concede tras una evaluación exhaustiva del riesgo para las tierras circundantes.
Fotografía: Alice Barcellos en Pixabay.
Dinamarca. Clasificación: 6
El gobierno danés también ha hecho su parte en la implementación de una legislación general para reducir colectivamente la huella de carbono del país. En 2012, la nación adoptó la organización titulada «Stop Wasting Food» iniciada por la activista Selina Juul. Con el apoyo del gobierno, pudo convencer a la cadena de supermercados de bajo costo más grande del país para reemplazar todos sus descuentos en bloque (por ejemplo, 2 por el precio de 1) con descuentos de un solo artículo para minimizar el desperdicio de alimentos. De hecho, solo esta iniciativa ha reducido el desperdicio de alimentos de Dinamarca en un 25% . Además, en 2016, el ministro danés de alimentos lanzó un plan de subsidios que distribuyó $ 750,000 a proyectos locales que llevan alimentos no utilizados a refugios para personas sin hogar y bancos de alimentos.
Fotografía: Sharon Ang en Pixabay.
La acción del gobierno puede tomar múltiples formas, desde el apoyo al crecimiento de pequeñas iniciativas hasta la implementación de una nueva legislación. De cualquier forma, no se puede ignorar que los legisladores y las actitudes de los líderes políticos tienen un efecto profundo en el futuro de la sostenibilidad alimentaria en todo el país. Si existe una legislación propuesta o un proyecto / iniciativa que promueva la acción sostenible y la reducción del desperdicio de alimentos, únete a un grupo de presión o participa más personalmente con tu comunidad. Con el apoyo del gobierno y el activismo individual juntos, deberíamos poder reducir significativamente nuestra huella de carbono colectiva, en beneficio de nuestro planeta y nuestras vidas.