No hay casa que se precie que hoy en día no cuente con un frigorífico en su cocina (o incluso más). Pero hasta hace no mucho –concretamente hasta los años 50– las casas españolas no tenían este gran invento y se debían utilizar técnicas de conservación que les permitieran aumentar la vida a los alimentos.
Estas técnicas, ahora mismo en desuso, pueden ser una gran manera de evitar el desperdicio alimentario en nuestro día a día, además de que nos permite consumir productos de temporada durante todo el año.
El desperdicio alimentario es uno de los grandes problemas ambientales actuales, ya que se tiran a la basura cada año 1.300 millones de toneladas de alimentos. Esto no solo supone un problema de residuos sino un gasto inútil de recursos como el agua o el suelo, y una generación de emisiones derivada de su producción y transporte.
Aparte de consumir de manera local para reducir los kilómetros que debe recorrer un alimento –y por tanto reducir tanto su huella como las posibilidades de que ese alimento se dañe o pierda– os proponemos recuperar una serie de técnicas culinarias muy utilizadas por nuestras abuelas y abuelos que nos permiten conservar alimentos:
- Conservas. Esta técnica nos permite conservar alimentos como salsas, frutas o verduras durante un año. Es una buena manera de aprovechar los excedentes de frutas y verduras, y así poder consumirlas fuera de su temporada. Consiste en esterilizar muy bien tarros de cristal y rellenarlos con los alimentos que deseemos guardar.
- Secado. Consiste en eliminar todo el agua que pueda contener un alimento, es decir deshidratarlos. Se expone el alimento al aire libre, en un lugar fresco sin que el sol le de directamente. La carne seca, las ñoras o tomates secos son algunos ejemplos.
- Encurtir. Consiste en colocar el alimento en vinagre, el cual reduce el pH y evita el crecimiento de microorganismos. Normalmente se utiliza para hortalizas o vegetales, como los pepinillos o las aceitunas, pero también es utilizado para conservar otros alimentos, véase el caso de los huevos duros.
- Escabechar. El proceso es similar al encurtido pero esta vez se añaden especias para dar sabor. Se dora un poco en una sartén con aceite de oliva, un poco de ajo, perejil, cebolla, laurel y tomillo. Se añade vino blanco, vinagre y sal, los cuales serán los encargados de conservar el alimento. Cuando empiece a hervir añadiremos el alimento que queramos.
- Marinar. Se utiliza tanto para carnes como para pescados y consiste en sumergir a los alimentos en una mezcla hecha a base de aceite o vino, sal y hierbas aromáticas o especias.
- Baño en aceite. Una vez cocinado el alimento se sumerge en aceite para conservarlo. Un ejemplo pueden ser filetes de carne que una vez pasados por la plancha se meten en un tarro lleno de aceite.
- Adición de azúcar. Se suele aplicar a frutas y algunas hortalizas. Consiste en añadir elevadas cantidades de azúcar. Algunos ejemplos son las mermeladas, compotas o frutas en almibar.
- Salazón. Se cubre el alimento con sal, la cual absorbe la humedad del alimento y lo deshidrata, evitando así la proliferación de microorganismos. Este proceso dura aproximadamente una semana y era muy utilizado para conservar pescados y carnes. A la hora de consumirlo simplemente se sumerge el alimento en agua durante varias horas, cambiando el agua de vez en cuando.
- Curado. Es un proceso similar al salado pero con la diferencia de que aparte de la sal (en menos cantidad), se utiliza el azúcar y sales de curación (nitritos y nitratos). Es utilizado para la conservación de carnes y pescados.
Muchos de estos procesos pueden hacerse fácilmente en casa, solo hace falta un poco de tiempo y voluntad.