El etiquetado estándar de alimentos, que informa sobre su peso, composición, origen, características nutricionales, etc., es un invento reciente. La compra de alimentos, tradicionalmente, se basaba en una negociación, a veces ardua entre el comprador y el vendedor. Los clientes debían comprobar por sí mismos la calidad del productos, además del fiarse del vendedor y confiar que no hubiera fraudes en el peso (un cuerpo de inspectores municipales se dedicaban a vigilar este aspecto). A finales del siglo XIX Lipton comenzó a empaquetar sus productos en paquetes de peso fijo, y los paquetes requirieron inmediatamente información sobre su contenido.
El etiquetado actual de alimentos no solamente debe proporcionar al consumidor indicaciones veraces sobre el tipo de alimento, su peso, ingredientes, origen, sino también información que le ayude a elegir de manera correcta alimentos buenos para su salud y con un impacto ambiental reducido. Nada menos que 400 etiquetas, desde la «Dolphin Safe» a la hoja estrellada de agricultura ecológica europea, compiten por un hueco en las cajas y mostradores de comida. Y más recientemente se añade una nueva complicación: etiquetas semáforo que adviertan a los consumidores con luces rojas, amarillas o verdes de alimentos saludables, a consumir con precaución o directamente rechazables. Estas etiquetas que pueden ser negativas provocan lógicamente el rechazo de la industria, y recientemente se ven varios movimientos tanto de gobiernos como de la industria alimentaria, intentando aclarar esta espinosa cuestión.
El Reglamento vigente de la UE sobre etiquetado de alimentos (2011)
Este importante reglamento mejora los anteriores en el sentido de facilitar al consumidor información versa sobre el origen y valor nutricional de los alimentos, así como sobre la presencia de compuestos peligrosos para algunas personas sensibles (alérgenos). Estos son sus puntos básicos, que tienen que figurar en cualquier producto envasado:
- Etiquetado nutricional: se indican las cantidades de grasas, proteínas, azúcar, etc, así como el valor energético, relacionadas con cantidades por 100 g o 100 ml, así como el porcentaje que suponen respecto de la dieta recomendada. Todos los ingredientes y toda la información debe figurar en el mismo campo visual.
- Los alérgenos deberán destacarse con una tipografía especial.También se establecen los tamaños mínimos de la tipografía.
- Se deberá especificar el tipo de aceite (no únicamente “vegetal”): de oliva, de palma, de girasol, etc.
- No se hablará de contenido en sodio, sino de sal.
- Indicar el país de origen solo es obligatorio para algunos alimentos, como el aceite de oliva y las carnes.
- Los productos elaborados, como los palitos de marisco o las salchichas, deben reflejar el origen de sus componentes.
En general, esta información (especialmente la relativa a alergenos) debe estar a disposición del público no solamente en mercados y supermercados, sino también en bares y restaurantes.