La agricultura ecológica no es un invento reciente, sino la manera en que la humanidad se ha alimentado durante miles de años. Si bien hacia 1970 la agricultura en España, en general usaba ya dosis tan considerables de abonos químicos y biocidas como para no poder ser considerada como ecológica, considerables islas de producción agrícola y ganadera casi completamente “orgánicas” subsistían. Pero no fue hasta dos décadas después que el concepto «agricultura ecológica» recibió sanción oficial.
En 1990 se registraron 4.000 ha de explotaciones ecológicas, que pasaron a más de 2 millones en 2017, aproximadamente el 10% de la superficie cultivada total y, al parecer, la mayor de Europa la mayor parte de la producción no se vende en españa, sino en otros países de la UE, singularmente Alemania y Austria.
Los alimentos de la agricultura ecológica han iniciado una cierta proliferación después de años en que podían verse en nichos muy marcados y reducidos. Además de la producción nacional, hay un activo comercio de estos alimentos, procedentes a veces de países muy lejanos, lo que anularía en principio cualquier ventaja en su impacto ambiental derivado del modo de producción ecológico.
El problema fundamental de estos productos es su precio, muy elevado en relación con los convencionales.
No obstante la importancia de las ventas en el exterior, las ventas de alimentos procedentes de la agricultura ecológica en nuestro país, aunque todavía marginales, no han cesado de crecer. Los datos disponible apuntan a que ni siquiera fueron afectados negativamente durante los años de la crisis.
Mención aparte a otras categorías de productos alimenticios englobados en las etiquetas de calidad diferenciada (ETS, DOP, IGP). Por su parte, las Comunidades Autónomas están lanzando etiquetado de calidad local (Galicia, Cataluña).
Al mismo tiempo, con carácter más o menos formal, proliferan grupos de consumo de alimentos sin intermediarios, ligados incluso a organizaciones de soberanía alimentaria. La agricultura ecológica y en general la producción con control de calidad se inserta en un modelo de alimentación dual, industrial por un lado y artesanal por otro, con un impacto ambiental y social muy distinto.